En los zapatos de otras

Estándar

Hoy es el Día de la mujer, y la Ñora se siente especialmente afortunada.
Y es que ser mujer le parece maravilloso. Eso de poder usar faja para verse más delgada, los tacones para estilizar la figura y lucir alta y espigada y ¡el maquillaje! Nada como la magia de borrar las imperfecciones de los cachetes, agrandar las pestañas y ocultar las ojeras como unas buenas sombras y correctores de excelente calidad. Sí. La Ñora es una mujer plena y feliz.
Sin embargo, algo nubla su alegría.
Se ha enterado de que hay mujeres en el mundo que no son tan afortunadas como ella. Que se tienen que conformar con usar batones coloridos y andar de cara lavada porque no tienen acceso a las mismas oportunidades que ella.
Hay incluso, piensa conmovida, ñoras que tienen que tomar agua simple porque no pueden conseguir los refrescos dietéticos que a ella tanto le gustan y le ayudan a mantener su dieta y, el colmo de la desdicha, hay mujeres que no se sienten cómodas con el cuerpo que les tocó y hacen todo lo posible por transformarse en ¡hombres!
– Señora Ñora – la interrumpe de pronto Jacaranda-. Acá está su café. Le planché su vestido y ya casi termino de lavar el coche.

– Gracias, Jaca – contesta la Ñora limándose las uñas-. ¡Ay, Jacaranda! ¡Feliz día de la mujer!

La Ñora se levanta y le da un apretado abrazo a una Jacaranda desconcertada pero agradecida.

– El mundo sería un lugar oscuro y triste si no existieran las mujeres – le dice la Ñora dando un sorbito a su café – ¡qué privilegiadas somos, Jaca!

Y dándole indicaciones a Jacaranda para el resto del día, la Ñora se fue a celebrar su día.

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