Archivos Mensuales: octubre 2015

A la vejez, viruelas

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Y no es metáfora. La Ñora no está hoy para sutilezas poéticas. Se llenó de ronchas.

Se fue tempranito a ver a Paul a la farmacia (Pablo es el dependiente de la farmacia que suministra a la Ñora de sus drogas legales cuando no consigue receta, por lo que han entablado una sana amistad. Tiene carrera trunca de veterinaria cursada en la universidad del estado de California, pero mejor se vino a México a poner una farmacia. Ahora todos le dicen Paul)

— Es sarampión o rubéola pero no te preocupes mi Ñora, acá va la solución.

Paul puso sobre el mostrador varias cajas de medicinas y un bote de Caladryl.

— Te tomas una cada cuatro horas de cada caja y te embarras la pomada, y mañana me contarás.

La Ñora regresó a su casa y siguió las indicaciones de Paul. Tomó las medicinas y untó la pomada en todo su cuerpo. Prendió la tele y se durmió toda la tarde, confiada en que el tratamiento haría su magia durante la siesta.

El Gordo llegó de trabajar al atardecer y quiso sorprender a la Ñora con un beso, pero al sentir su pegajosa mejilla dio tal grito que Jacaranda pensó que la Ñora había encontrado otra vez una cucaracha.

— Se ve que estás mejorcita, ya tuviste ánimo para una mascarilla — dijo el Gordo limpiándose los labios.

La Ñora pasó varias horas en la tina tallando su cuerpo para desprender la rosada pomada. Lo bueno es que también se desprendió parte de la dermis, y con ella las odiosas ronchas, por lo que al día siguiente pudo salir de su casa sin temor a contagiar a nadie. Por lo menos de manera visible.

— Creo que ya la venden en gel — le dijo Paul apenado esa tarde cuando la Ñora regresó por una mascarilla hidratante.