La vida de una ñora buena no es tan fácil como parece. En estos días de altruismo tan de moda, la disyuntiva no es el cómo ayudar, sino a quién. Y es que eso de rescatar a los perritos de la calle es muy lindo, pero ensucian mucho. Luego está el problema de que están muy feos, y pues tampoco se trata de sufrir ¿no? En África parece que hay mucha hambre y enfermedades, pero la Ñora ya compró varios discos de Putumayo para regalar en el café de caridad de las «Mujeres en contra de los pantalones de lycra», que vaya que necesitan escuchar música y, además, ayudó a la buena causa de los africanos (¿o de los mayas?… Algo así).
Y eso de firmar la petición para detener la tala de árboles en Rondona (que es como la selva Lacandona pero en Brasil), la tiene confundida, porque se debe llenar un formato y mandarlo por mail, y ahora lo que le falta es tiempo, así que mejor seguirá buscando.
¡Listo! La Ñora encontró la mejor causa y está más que feliz, porque además de ayudar será muy divertido. Sólo tiene que echarle un kilo de harina al Gordo mientras está dormido, y él a su vez (por diversión, no por joder) tiene que echarle un kilo de harina a la Niña (también mientras esté dormida). Parece que después de que se vendan diez millones de kilos de harina, una empresa le regalará un bolillo a cada niño que viva en alguna comunidad muy, muy lejana (los niños se tienen que inscribir por internet y recibirán su bolillo por mensajería unas semanas después).
Ahora sí, la Ñora se siente satisfecha y orgullosa de poner su granito de harina para hacer de este mundo un lugar mejor para todos.
– Señora Ñora – Jacaranda la distrae de pronto de su felicidad – le quiero pedir permiso de ir a mi casa el fin de semana porque mi mamá se enfermó y ….
– ¿QUÉ? – interrumpe la Ñora incrédula – ¡Te acabas de ir hace dos meses! Y justo este fin de semana organicé la comida para recaudar lentejas en pro de la Mariquita del Mediterráneo, de veras Jacaranda, no te mides, te quieres ir cuando más te necesito. ¡NO MANCHES JACARANDA, QUÉ EGOÍSTA ERES!
Al final la Ñora decidió dejarla ir. Contratará mejor a dos meseros guapísimos que conoció en la gala de recaudación de fondos para barnizar la Muralla China.