Archivos Mensuales: julio 2014

De que se juntan las desgracias…

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Se descompuso la lavadora. Estaba llamando al centro de servicio para lavadoras cuando explotó un foco. Parece que una irregularidad en el voltaje provocó que se quemaran no sólo uno, sino varios focos, dijo el electricista. Se murió el abuelito de Jacaranda (otra vez) y no va a llegar hasta que levante la cruz, así que la casa toda tirada y yo corriendo, pues se me hacía tarde. Por la prisa dejé el celular. Volví por él y me estaba esperando mi tía Conchis (olvidé que vendría por la bolsa y el chal que me prestó para la boda de mi prima). Tengo una cita, le dije, pero no pareció escuchar. Dos horas después se fue. Tienes prisa, dijo, y olvidó la bolsa y el chal. Volverá por ellos mañana, amenazó más tarde cuando llamó. Salí dos tazas de cafeína más nerviosa.

No traje las llaves, dije apenada, y se me rompió una uña al tratar de entrar por la ventana. Es una señal, dijo el cliente y ya no quiso ver la casa. Yo tampoco.

— ¿Cómo te fue en el trabajo? — Preguntó el Gordo más tarde.

— Para ser el primer día, nada mal — dije pegándome la uña.

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El godinato que viene

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Señora Ñora, la veo depre, le dijo Jacaranda a la Ñora mientras tomaban su café mañanero. Y es que desde hace unos días anda así, como sin ganas de nada, ni siquiera la jugada de los jueves le hace ilusión. Su hija cada día sale más con los amigos y el Gordo anda muy ocupado con su trabajo, así que entre la clase de yoga y el ocasional desayuno con las amigas, la Ñora no encuentra nada que le cause placer.

De pronto, tuvo una epifanía. Había llegado el momento que toda ñora teme pero que a la vez aspira y desea. El momento en el que una ñora deja su zona de confort, su gasto semanal y la tarjeta de crédito adicional a la de su marido. El momento en que el Nido vacío deja de ser un síndrome y se convierte en la realidad del desempleo. Había llegado el momento de ponerse a trabajar.

La Ñora llamó a la Tota para decirle que había decidido formar parte de su ejército de ñoras vendedoras de casas.

El primer paso para ingresar al mundo laboral (el de afuera, porque en su casa siempre ha trabajado, eso sí), es tener el outfit adecuado, así que la Ñora salió de compras. Con gran fuerza de voluntad, resistió recorrer los pasillos de «Mujer actual» y «Diseñadores» para llegar directo al sobrio y formal departamento de «Mujer ejecutiva», de donde la Ñora salió horas más tarde con varias bolsas y cajas.

Trajes sastres, camisas de botones y zapatos estilo mocasín, forman parte ahora de su closet, y un portafolio masculino completa su nueva imagen. Compró varias mascadas para rodear el asa de su portafolio y darle un toque de color a su look profesional, todo de muy buen gusto, porque antes desempleada que perder el estilo, piensa la Ñora orgullosa probando nuevas combinaciones frente al espejo.

Con su nuevo atuendo, la Ñora saldrá muy temprano dispuesta a comenzar.

Esa noche soñó que comía en una fonda rodeada de Godínez con corbatas manchadas de salsa de chipotle, cosa que tomó como un buen augurio.

Obsesionario ilustrado para ñoras

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Desde que siendo niñas untaban una y otra vez Resistol blanco en la palma de la mano sólo para tener, una y otra vez, el placer de retirarlo ya seco, en el momento justo, ni tan seco que se rompiera ni tan fresco que se hiciera bolita, las ñoras siempre han sucumbido a los encantos de las manías. Rascarse, comerse las uñas y coleccionar estampitas, son hábitos infantiles que, con el tiempo, se convierten en múltiples y variadas obsesiones que aquejan a todas las ñoras.
Seguro has visto alguna por ahí, juntando cupones o acomodando calcetines o niños por colores favoritos (los de ella, por supuesto).

Toda ñora tiene la suya, así que no te desgastes en apartar cita con el analista. Lo más seguro es que padezcas alguna sin saberlo, y la mayoría de ellas son incurables.

Hay ñoras checadoras que van de la cocina a la recámara revisando cerrojos y prendiendo y apagando luces, tan sólo para verificar que continúan cerrados, o apagados, cada cinco minutos (incluso si están dormidas).

Las hay tan preocupadas por su peso que se suben a la báscula antes y después de bañarse, antes y después de comer y antes y después de ir al baño.

Otras no compran nada sin leer meticulosamente la etiqueta. Pasan de la dieta vegana a la deslactosada, la dieta lacto-vegetariana a la ovo-lacto-vegetariana para después entrar y salir de la Zona, hasta llegar a la cero carbohidratos. Los lunes empiezan de manera aleatoria alguna de estas dietas para después, obsesivamente, dedicarse a romperla el resto de la semana.

Hay ñoras limpiadoras o acumuladoras, y ñoras obsesivas del orden. Las hay paranoicas y esquizoides, ñoras hipocondriacas eternamente preocupadas por su salud, y ñoras cuyo atuendo debe combinar hasta con el color del moñito de sus calzones.

Hay obsesiones divertidas, como las de ñoras ninfómanas o corredoras compulsivas, otras útiles de ñoras trabajadoras y perfeccionistas, y algunas desesperantes, como las de ñoras preguntonas (las que no paran de preguntar).

La próxima vez que alguien te diga que eres muy detallista ponte alerta, quizá es tiempo de dejar de medir con regla cada pastito de tu jardín.