Al regresar del aeropuerto, y después de una noche intensa ayudando a la Nena a empacar, la Ñora se miró al espejo. Vio sus ojos enrojecidos, al igual que su nariz, que no dejaba de escurrir.
Se tomó una píldora y durmió toda la mañana.
Cuando despertó, y después de limpiarse las lagañas, entró al cuarto de la Nena.
Caminó recorriendo cada esquina de la habitación, mirando pensativa las paredes rosadas.
Abrió las puertas del armario, que todavía guardaba el olor del perfume de su hija. Revisó cada uno de los cajones, pensando, soñando e imaginando el paso siguiente.
Por último entró al baño de la Nena, y pasó largo rato mirando el espejo brillante, pero anticuado, y pensó que era una metáfora de su vida.
Tiró varios frascos de crema vacíos, y encontró las tijeritas que le había prestado meses atrás y que su hija aseguraba que le había devuelto. Sonrió mientras estornudaba y se secaba la nariz.
La Nena se llevó hasta el último pasador.
Se asomó debajo de la cama y sacó varios calcetines sin par, y algunas revistas.
Se limpió las lágrimas y llamó a Jacaranda, quien llegó pronto con el trapeador.
-Jaca – le dijo -, aspira bien este cuarto que está lleno de polvo y se me soltó una alergia de los mil diablos. ¡Cómo se ve que la Nena nunca te dejaba entrar a limpiar!
Y tomándose otra píldora para la alergia, una que no la dejara dormida por seis horas, la Ñora se fue por la Tota.
Más tarde, agotadas pero felices, la Ñora y la Tota admiraron su obra: coloridos cojines de tamaños y colores diferentes sustituyeron la cama de la Nena. Las paredes, antes tupidas de pósters de grupos musicales juveniles y percheros con moños y collares, ahora estaban completamente blancas. Sólo un solitario pizarrón y un enorme cuadro con lo que parecían ser posturas del Kamasutra, realizadas por personajes de Mafalda, cubrían ahora la recién pintada habitación
Después la quitaron, pues no les pareció apropiada, y la suplieron por otra igual, pero con figuritas en blanco y negro.
Como la Ñora no dejaba de estornudar, decidieron continuar al día siguiente con la preparación de lo que habían planeado durante meses: “Curso de sexualidad y sensualidad para mujeres del siglo XXI”.
También pensaron en cambiarle el nombre, pero eso sería después, cuando consiguieran al maestro.
La Ñora se despidió de la Tota y, después de tomarse otra píldora para la alergia, le marcó a la Nena pues, al parecer, extraña mucho a su mamá.