Como puerta de antro de la colonia Roma, es el alma de la Ñora. Oscura y luminosa, con destellos de neón y descargas repentinas de adrenalina. Se abre y se cierra misteriosamente, dejando pasar un ente o dos. Los engulle y desaparecen en su interior, para después emerger transformados.
Llora de alegría y se carcajea de miedo. Tiene frío y calor al mismo tiempo y suda como capo en medio de un operativo. Desprende ruidos musicales, y atronadores susurros de trompetas.
Al abrirse puedes ver a los habitantes del lugar cruzar miradas, agruparse, pero al salir no se reconocen, pues el sitio los transforma a todos, guardando lo mejor y lo peor de cada quien.
Si cruzas el umbral, corres el riesgo de quedarte ahí, o de ser expulsado.
Aunque puede suceder que tengas que salir huyendo por la puerta de atrás.