Me presento.
Soy una mujer de mediana edad (entre cuarenta y cincuenta, a veces de veintitantos y muy seguido de sesenta).
Estoy en ese estado entre la menopausia, premenopausia y adolescencia tardía, donde no encajo en la Condechi ni en la talla cuatro.
He descubierto que la vocación es un invento de los reclutadores universitarios y de padres frustrados.
Hoy, a estas alturas, encuentro que la vocación es lo que te construye y no al revés. Soy muchas vocaciones que forman un híbrido modificable y de texturas infinitas.
Soy una Ñora en proceso.
Aunque, en resistencia.